miércoles, 24 de septiembre de 2014

A través del objetivo

    Abre el armario, saca la maleta, abre los cajones, selecciona ropa, libros, zapatos y cachivaches; ciérrala, prepara un buen mapa y... ¡comienza la aventura!. 
   Esto, querido amigos, es viajar. Es la capacidad de desplazarte a un lugar que desconocías hasta entonces. Es la incertidumbre de si te has olvidado o no el paraguas, las katiuscas, el chubasquero... o si por el contrario necesitas el bikini, la toalla, la crema y las gafas de sol. Viajar es un placer al alcance de todo el mundo, bien sea físicamente o no, a un lugar real o imaginario. Durante muchos años, la literatura ha sido la reina en el arte de crear lugares ficticios. Sin embargo, desde hace bien poco, el séptimo arte se ha impuesto y ha conseguido crear escenarios magníficos, más aún en los último años con los ordenadores y las superproducciones. 
   Así pues, el cine logra transportarnos a lugares casi mágicos, y que la mente humana apenas puede imaginar. Al decir esto, se me viene a la mente la película Avatar, dirigida por James Cameron y que goza de buena posición en mi ranking personal. En la película, se logran escenarios increíbles, totalmente imaginarios e ilusorios, con criaturas fantásticas que se combinan con personajes reales. En Avatar, el espectador siente estar presenciando uno de los viajes más maravillosos que ha hecho en toda su vida, puede sentir cómo vuela a lomos de Turuk, e incluso la tensión y la palpitación de su jinete, que cree ser el mismo espectador. Además, todos estos efectos visuales se intensifican en pantalla puesto que esta ha sido la primera superproducción que saltó al cine 3D.
    A pesar de que los escenarios no son reales, el espectador siente que pertenece a ese lugar y que ha hecho un viaje desde que se ha sentado en la butaca con un cuenco de palomitas, hasta que ve los créditos finales y le invade una sensación de tristeza porque sabe que tiene un billete de vuelta. Sin embargo, el individuo no ha hecho tal viaje en vano, puesto que, ya sea ficticio o real, el mismo viaje siempre le enseña algo al viajero: conocer nuevas culturas, nuevas gentes, nuevos lugares y su distinta naturaleza y costumbres; ayuda a la persona a crecer y a abrirse de mente y pensamiento. 
    Esto es lo que nuestro grupo pretende con este blog, enseñar a sus lectores un horizonte más allá de los típicos destinos vacacionales como Nueva York, Londres o el Caribe; y es que, no hace falta levantarse del sofá para explorar nuevos sitios y tener una visión más amplia del mundo que nos rodea. Sin embargo, no quiero decir que debamos estar todo el día sentados. Al contrario. Debemos salir a la calle y llenarnos las zapatillas de barro y de arena para sentirnos unos verdaderos viajeros, con la mochila a cuestas sin importarnos el camino, sino simplemente el deseo de explorar nuevos lugares, de conocer, y de sentir. 


"Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos".

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